Y sentado solo en aquel bar, tomandose lo que sería su quinta copa de whisky de la mañana, comenzó a sonar Que puedo pedir de La Oreja de Van Gogh. Y entonces lo entendió, nunca más dejaría que le faltara gracia al hablar de amor.
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ResponderEliminaresa canción me ha traido recuerdos de mi tierna preadolescencia xD :)
ResponderEliminaral hablar de amor debería ser todo así...
ResponderEliminarOjalá tuviera tiempo para poder leer todas las entradas, de momento te sigo desde hace unos dias, y me gusta! enhorabuena por el blog, esta muy bien.
ResponderEliminarBesos!
Amor...
ResponderEliminarCortita pero bonita :)
DISFRUTA!!
Siempre me ha gustado esa canción...
ResponderEliminarsolo eso... breve intensidad :)
ResponderEliminarCon los ojos ya lo decimos todo:) seguro.
ResponderEliminarqué alegría de comentarios oye
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